Cómo hacer que nuestra diversidad sea nuestra fortaleza (y no nuestro dilema)

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De un movimiento “misionero” a un movimiento “multicultural”

 

Pensar en ‘diversidad’ es ampliar nuestras fronteras ministeriales mas allá de la cultura dominante que existe en nuestras iglesias, así como hacer conciencia sobre cuál es el rol de la iglesia frente a la realidad multicultural que enfrentamos en la sociedad de hoy.

 

Diversidad social

"Diversidad social" es hablar de que una variedad de culturas diferentes coexisten y conviven en un mismo espacio social.

"Cultura" es la forma de pensar la vida que se manifiesta en las costumbres de un pueblo. La cultura es la forma en que un pueblo determinado se expresa en la vida y siente la vida.

Me gusta pensar en “sociedad” como la estructura organizada de un grupo de personas que viviendo en un mismo espacio geográfico se agrupan con el fin de cumplir, mediante la mutua cooperación, todos los fines de la vida. Una sociedad tiene gobierno y leyes y agencias públicas que hacen que se respeten las leyes diseñadas para vivir valorando la vida humana. Toda sociedad tiene una cultura dominante, es decir la que es anfitriona, porque es la cultura del pueblo que vive en el lugar donde otros pueblos vienen a convivir manifestando sus propias culturas. 

Conectar en la diversidad cultural es trascender espiritualmente y ministerialmente las fronteras y las barreras que nuestra propia cultura dominante nos impone. Hablar de conectar es hablar de unir, enlazar, establecer relación, poner en comunicación. Como Iglesia nos vamos a quedar limitados ministerialmente si no entendemos los cambios que están ocurriendo en la constitución socio-cultural de nuestra sociedad.

 

De movimiento misionero a movimiento multicultural

Uno de los grandes desafíos que enfrentamos como iglesia es la transición de ser ‘la’ iglesia misionera norteamericana a ser ‘parte de’ la iglesia global y multicultural. En los últimos siglos hemos sido movilizados como iglesia para hacer misiones, partiendo de la base que hay otros pueblos y otras gentes (ethnes) a quienes no les ha llegado el evangelio. Pero la realidad de nuestro mundo hoy nos dice que las distancias geográficas se han acortado y que los que antes estaban del otro lado del océano ahora están al otro lado de la calle. Es que no importa en el país donde te encuentres vas a notar que el mundo no solamente se ha globalizado sino que se ha mezclado. Hoy en un barrio podemos encontrar familias con diferentes culturas conviviendo socialmente mientras mantienen sus costumbres de vida dictadas por su cultura de origen. No debemos anular nuestros paradigmas como movimiento misionero, pero sí necesitamos arroparlos con los paradigmas de un movimiento global y multicultural que entiende que las realidades de nuestra sociedad han cambiado y que vivimos en un mundo donde las fronteras geográficas ya no pueden separar la interacción entre culturas. El siguiente cuadro compara los paradigmas de un movimiento misionero y un movimiento multicultural:

 

Un movimiento misionero Un movimiento multicultural
Ellos allá y nosotros acá Ellos con nosotros, nosotros con ellos
Envía ministros y ministerios a otras culturas Da la bienvenida a los ministros y ministerios de otras culturas
Celebra la diversidad Libera la diversidad
Lidera otras culturas Es socio con otras culturas
Hace misiones Es misional

 

El problema

El problema surge cuando queremos dirigir un movimiento global y multicultural basado en los paradigmas de un movimiento misionero. Como iglesia de Jesucristo, hablar de conectarnos en la diversidad es hablar de cambiar nuestras visiones culturales de la iglesia, por la visión celestial que Dios tiene de la iglesia. Nuestras visiones culturales tienen todo que ver con lo que nosotros vemos a través de los ojos de nuestra formación personal y de la cultura en la que aprendimos a vivir. Solo podemos ver la iglesia que conecta con nuestra forma de ver la vida y de conducirnos en la vida, y en consecuencia desarrollamos organizaciones eclesiásticas donde nosotros nos sentimos cómodos. Pero la iglesia que Dios está visualizando va más allá de eso. Dios ya estableció en el Reino Espiritual una Iglesia con redimidos, adoradores y ministros de todo linaje, lengua, pueblo y nación – Apocalipsis 5:8-107:9-10Isaías 56:2-7. La forma en que la iglesia se pueda manifestar estructuralmente puede variar. Algunas pueden verse como iglesias con múltiples servicios y ministerios en diferentes idiomas con un pastor líder que establece un cuerpo pastoral que responde a la necesidad de pastorear en el idioma y cultura propia de las diferentes realidades culturales de su sociedad. Otras pueden verse como un edificio con múltiples congregaciones culturales donde los pastores de cada congregación cultural deciden trabajar juntos por alcanzar a los perdidos y se ponen de acuerdo para ello. Otras serán congregaciones étnicas caracterizadas por una sola cultura. Pero lo cierto es que todas nuestras iglesias deberían ser iglesias usadas por Dios para alcanzar con el evangelio a gente de todas las lenguas y tribus, donde hayan adoradores de toda lengua y tribu que alaben al Señor por su redención y donde la gente de otras lenguas y naciones pueden llegar a ser ministros fructíferos. Esta es la visión de Dios para la iglesia, y Él se está moviendo intencionalmente para que esto llegue a ser una realidad.

 

Ustedes y yo podemos estar enfocados en nuestra propia visión de iglesia, una iglesia de blanco evangelizando blancos y con adoración de blancos. Una iglesia de negros evangelizando negros con adoración de negros. Una iglesia de hispanos evangelizando hispanos con adoración hispana. Pero la visión de Dios es una iglesia con redimidos, adoradores y ministros de toda lengua y de todo pueblo. Dios está liberando en este tiempo un nuevo movimiento de redimidos, adoradores y ministros de toda lengua y de todo pueblo, donde vamos a celebrar nuestra diversidad como iglesia pero al mismo tiempo vamos a liberar nuestra diversidad para que el evangelio sea predicado y discípulos sean hechos de todas las lenguas y pueblos, y así un día juntos frente al trono de Dios, cuando las lenguas no serán un problema para comunicarnos ni para adorar y servir juntos, alabaremos al cordero por nuestra redención.

 

Para que nuestra ‘diversidad’ sea nuestra ‘fortaleza’ en lugar de ser nuestro ‘dilema’, necesitamos empezar por hacer dos cosas:

  • Unirnos espiritualmente como hermanos en Cristo, amándonos, respetándonos y valorándonos más allá de nuestras diferencias culturales. Aunque la unidad es una realidad objetiva real, también es una meta experiencial. La gente tiene conceptos preconcebidos los unos de los otros y usualmente poseen diferentes aspiraciones culturales. La madurez, el esfuerzo y el trabajo de la fe por amor son necesarios para mantener la unidad del Espíritu  (dentro de un cuerpo diverso y) por medio de los lazos de paz. Debemos cultivar la unidad y trabajar en ella como iglesia. Pero muchas veces unidad significa estar separados y estar juntos. Es decir, juntarnos de tanto en tanto para celebrar lo que somos y lo que hemos hecho. Unidad no significa que somos iguales. Unidad significa que somos diferentes pero que nos amamos, respetamos, valoramos y habilitamos para ser quienes debemos ser y hacer lo que debemos hacer. Debemos CELEBRAR nuestra diversidad pero también debemos LIBERAR nuestra diversidad.

  • Enlazar nuestros corazón en una pasión: “Que los que no conocen a Jesús lo conozcan como su Señor y Salvador y los que ya lo conocen sean edificados hasta alcanzar la estatura y la plenitud de Cristo”. Necesitamos ser intencionales en establecer relaciones ministeriales inteligentes y espirituales. Poniendo en comunicación nuestras culturas antes que ponerlas en oposición, para que lejos de acentuar las diferencias podamos celebrar y afirmar nuestra identidad ‘diversa’ como el pueblo de Dios compuesto por gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación. Apocalipsis 5:9

 

Comparte con nosotros que te parece lo que plantea este artículo. ¿Cómo estás lidiando con la diversidad cultural en la iglesia (y en la ciudad) donde estás pastoreando, liderando o congregándote?

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Daniel Prieto

Daniel y su esposa Mónica comenzaron en el año 2006 Conexión Pastoral, organización sin fines de lucro que es un ministerio dedicado al desarrollo de iglesias, pastores y líderes saludables que cumplen con la misión de Dios, y a través del cual ministran y equipan al pastor, su familia y su ministerio, además de desarrollar la Escuela de Formación Pastoral, donde cada año cientos de pastores y líderes de todo el mundo están siendo formados como personas y como ministros según el corazón de Dios. La pasión y llamado de Daniel es multiplicar, formar y habilitar la mayor cantidad de lideres de vida que cumplan con la misión de Dios alrededor del mundo.

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