¿Cómo combatimos el "Consumismo Litúrgico"?

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Es una realidad que ir a la iglesia se ha transformado en muchos casos en un ejercicio personal de autocomplacencia y autosatisfacción, pareciera que el congregarse tiene como normalidad consumir música, luces, sensaciones, comodidad, información bíblica, el milagro desconectado de la consagración y la ayuda que debo recibir pero sin tener el compromiso de dar. 

Bajo esa premisa es válido congregarse sin la necesidad de aceptar a los demás que se congregan y mucho menos tener que soportarlos, básicamente es asunto de llegar tarde e irse temprano, con el tiempo justo para recibir sin necesidad de dar, y es por esto que muchas veces nos encontramos solos aunque estemos rodeados de gente ¿Te ha pasado?

De alguna forma esta conducta de congregarnos e ir a la iglesia buscando solamente la autosatisfacción, generó que líderes y pastores tengan que pensar en un programa para “entretener y alimentar las exigencias de la iglesia”, como si se tratase de un supermercado al que vamos a buscar lo que necesitamos y nos volvemos a casa. 

Por lo tanto es menester hacer un ajuste importante en nuestra intención y búsqueda al congregarnos, no se trata de ir a la iglesia para autosatisfacerme, sino de un acto de rendición a la obra redentora que Jesús planeó para su cuerpo, es decir, su anhelo de que  seamos una comunidad que se reúne, se relaciona y junta para generar salud e impartir vida.

A partir de allí si queremos construir un espacio donde nos reunamos y relacionemos con el otro, tenemos que salirnos del centro y entender que ninguno de nosotros es la razón de ser de la iglesia, sino que Jesús es el centro y alrededor de Él estamos todos. 

Para ser una una comunidad segura y sanadora hay que invertir en las relaciones “entre nosotros” antes que en las reuniones “para nosotros”, ese es el gran cambio que la iglesia tiene que abrazar, haciendo de esta actitud la nueva normalidad en la cultura de la iglesia al vivir disponible para aceptar y soportar a los demás.

En el Nuevo Testamento encontramos 10 veces la expresión “unos a otros” ubicándonos en comunidad, en la comunidad de Jesús, y a su vez enseñándonos cómo construir relaciones saludables que dan salud.

Las relaciones saludables comienzan cuando entendemos y decidimos que no se trata solo de mí, sino del otro también. Aquí es donde las dos primeras conductas relacionales deben ser practicadas:

  1. Aceptarse
  2. Soportarse

1. Aceptarse

“Por lo tanto, acéptense unos a otros, tal como Cristo los aceptó a ustedes, para que Dios reciba la gloria”. Romanos 15:7.

“Por lo tanto, yo, prisionero por servir al Señor, les suplico que lleven una vida digna del llamado que han recibido de Dios, porque en verdad han sido llamados. Sean siempre humildes y amables. Sean pacientes unos con otros y tolérense las faltas por amor. Hagan todo lo posible por mantenerse unidos en el Espíritu y enlazados mediante la paz. Pues hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, tal como ustedes fueron llamados a una misma esperanza gloriosa para el futuro” Efesios 4:1-4


En primer lugar, la unidad que nos inspira el texto, comienza con una decisión personal e intencional, la cual no hace referencia a que la comunidad debe buscar la uniformidad (ser todos iguales), al contrario, la gran belleza de la unidad radica en la diferencia de los miembros o elementos que la componen, es la ausencia de monotonía, de repetición lo que nos permite ser una comunidad rica, que disfruta de diferentes expresiones del amor de Dios, dones, talentos, etc; pero es en esa diversidad donde más nos cuesta aprender a aceptar y soportar al otro.

En Romanos 14, Pablo está hablando sobre las relaciones que existían en la iglesia de Éfeso entre los que se consideraban más fuertes  y los más débiles espiritualmente,  exhortándolos a aceptarse unos a otros como Cristo los aceptó.  Muchas veces cuando nuestro ministerio está fuerte, creciendo y prosperando, nos cuesta pensar que no se trata de nosotros, entonces miramos de forma diferente al que tiene una iglesia más pequeña o al que aún no ha podido desarrollar sus dones o talentos. Por esto mismo, tendemos a aceptar, aunque sea triste decirlo, a los que son “fuertes”, a los que necesitamos y nos “sirven” para lo que queremos hacer, a los que no generan muchas “complicaciones”¿Pero es esto es lo que Jesús nos pide? ¿Cómo hacemos entonces para aceptar a los demás?

 “Así que dejemos de juzgarnos unos a otros. Por el contrario, propóngase vivir de tal manera que no causen tropiezo ni caída a otro creyente”. Romanos 14:13

Vemos en este versículo que hay dos actos que nos ayudan a aceptarnos unos a otros desde este punto de vista de fuertes y débiles. El primero  tiene que ver con la decisión personal de no ejercer un juicio sobre el otro que termina en una condena para su vida, es decir, entender que no soy juez, que no estoy disponible para hacer algo que le cause tropiezo y que existiendo diferencias, decidido aceptarlo/a con todas sus debilidades. 

Y el segundo acto tiene que ver con el versículo 2 y 3 de Romano 15: 

“Cada uno de nosotros debe agradar a su prójimo en lo que es bueno, con el fin de edificarlo.  Porque ni aún Cristo se agradó a sí mismo sino que, como está escrito: «Las ofensas de los que te insultaban cayeron sobre mí”. 

Si acepto a mi hermano/a  decido en primer lugar no ser su juez pero en segundo lugar busco agradarle con el fin de edificarlo/a , obviamente esta afirmación  actualmente no suena bien, ya que solemos escuchar mayormente “no tienes que agradar a los demás” “haz lo que quieras, qué importan los otros”,  pero el principio bíblico nos mueve hacia otra dimensión, donde agradar al prójimo implica que lo que haga siempre debe ser un acto de amor hacia su vida, donde no estoy tratando de cumplir sus caprichos necesariamente, sino que toda mi vida en relación con la suya provoque una expresión de la gracia de Dios, que lo/a edifique emocional, ministerial y espiritualmente. 

2. Soportarse

“Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos”. Colosenses 3:13-15


La palabra está diciendo que tenemos que soportarnos unos a los otros en amor, no sólo nos aceptamos sino que tenemos que tolerarnos/soportarnos.

¿Pero qué significa soportarnos unos a otros? Soportar no tiene que ver con el hecho de “aguantar” todo lo que el otro hace, sino de sostenerlo/a, es decir, que a pesar de sus fracasos en las áreas donde es débil, no sólo tolero sino que estoy intencionalmente presente para que no esté solo/a en medio de sus debilidades, crisis, errores, luchas, etc.

“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. 1 de Corintios 13:4-7

Todos los actos que involucran la definición de amor tienen que ver con un concepto de soportar, es decir de sostener, porque podemos tolerar al otro, pero solo sería un acto de aguante, en cambio soportar es un acto de amor, donde intento comprender al otro, tener paciencia y proporcionarle ayuda para que no esté solo/a cuando pase por situaciones buenas y difíciles.

El fin de agradar a mi prójimo es edificarlo/a y como dice en Romanos 15:7, para que Dios reciba toda la gloria, porque Él se revela y se hace conocido por medio del amor que hay entre nosotros como hermanos de la fé. 

“El amor que tengan unos por otros será la prueba ante el mundo de que son mis discípulos” Juan 13:35.

En el 2020 (plena pandemia) se habló sobre este tema en el podcast “la raíz del consumismo litúrgico". Re-Unidos: no se trata de mí, se trata del otro”, pero creemos que aún hay mucho por descubrir, entendimos que era algo que el Señor nos quería mostrar para que en el anhelo de volver a la normalidad no se nos pasaran por alto cuestiones tan centrales de nuestro vivir y caminar en comunidad como cuerpo de Cristo.


¿Cómo hacemos reuniones para estar reunidos realmente? ¿Cómo escapamos de la tentación de crear meras reuniones atractivas? 

Este año estaremos haciendo clínicas pastorales en Estados Unidos y en distintos países,  hablaremos sobre cómo reunirnos verdaderamente y a su vez brindaremos los recursos para llevar este diálogo a tu comunidad de fé. Conoce la agenda de clínicas en el siguiente link y si no ves tu ciudad, solicita una clínica en tu ciudad. https://conexionpastoral.com/clinicas

Esperamos verte en persona este año y seguir la conversación ahí.

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Conexión Pastoral

Conexión Pastoral es un ministerio dedicado al desarrollo de iglesias, pastores y líderes saludables que cumplan con la misión de Dios.

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