Antes de casarnos, el cuidado personal era indispensable, queríamos vernos y sentirnos bien para la otra persona, pero después de un tiempo de casados, pareciera que esto va perdiendo la importancia muy lentamente.
Efesios 5:28-33 nos brinda una valiosa guía sobre cómo amar y cuidar del otro, tomando el amor de Cristo por la iglesia como ejemplo inspirador:
“De la misma manera, el marido debe amar a su esposa como ama a su propio cuerpo. Pues un hombre que ama a su esposa en realidad demuestra que se ama a sí mismo.
Nadie odia su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida tal como Cristo lo hace por la iglesia. Y nosotros somos miembros de su cuerpo.
Como dicen las Escrituras: «El hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo».
Eso es un gran misterio, pero ilustra la manera en que Cristo y la iglesia son uno. Por eso les repito: cada hombre debe amar a su esposa como se ama a sí mismo, y la esposa debe respetar a su marido.”
Qué gran ejemplo nos está mostrando el Señor y qué valioso es entender el concepto que entraña: No sólo se trata de cuidarnos a nosotros mismos, sino de aprender a cuidarnos el uno al otro.
Pero es interesante observar cómo muchos matrimonios después de llevar un tiempo casados (habiéndose prometido cuidado mutuo), dejan de cuidar tanto de sí mismos como también del esposo o esposa.
Por eso me gustaría que puedas preguntarte si este es tu caso, ¿Qué actividades o rutinas tienen cada uno o los dos como pareja, para el cuidado personal y mutuo?
Hábitos saludables que necesitamos desarrollar
El tiempo de calidad juntos es de suma importancia cuando hablamos de cuidado, ya que el ministerio implica cargas del trabajo, tensiones y responsabilidades, por eso es necesario que se tomen tiempo para ustedes.
Ese tiempo es necesario para conectar con ustedes mismos, no para hablar de los problemas de la iglesia o de las finanzas, sino un tiempo para estar relajados y hasta por qué no, más románticos.
Podríamos hablar de tantos elementos que enriquecen un matrimonio pastoral, pero poner siempre en el centro de la relación al Señor Jesús, crecer juntos e individualmente como persona, aprender a ser un equipo que funciona de acuerdo a los dones, ministerio y talentos que Dios les ha dado a cada uno, cultivar una buena comunicación, aprender a identificar quién es el verdadero enemigo y cuidarse mutuamente, no solo fortalecerá el matrimonio, sino que les ayudará a establecer bases sólidas para que su hogar permanezca siempre firme.
Este artículo forma parte de una serie sobre “Claves para un Matrimonio Pastoral Saludable”. Te animamos a leer los demás artículos (ver otros artículos)
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