Matrimonios pastorales saludables: Parte 6 - Cuidarse mutuamente

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Superando la falta de atención

La vida en el ministerio conlleva numerosas presiones y estresores constantes, por eso necesitamos establecer hábitos saludables y rutinas que ayuden al bienestar y crecimiento del matrimonio.

Antes de casarnos, el cuidado personal era indispensable, queríamos vernos y sentirnos bien para la otra persona, pero después de un tiempo de casados, pareciera que esto va perdiendo la importancia muy lentamente.

Efesios 5:28-33 nos brinda una valiosa guía sobre cómo amar y cuidar del otro, tomando el amor de Cristo por la iglesia como ejemplo inspirador:

“De la misma manera, el marido debe amar a su esposa como ama a su propio cuerpo. Pues un hombre que ama a su esposa en realidad demuestra que se ama a sí mismo. 

Nadie odia su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida tal como Cristo lo hace por la iglesia. Y nosotros somos miembros de su cuerpo. 

Como dicen las Escrituras: «El hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo». 

Eso es un gran misterio, pero ilustra la manera en que Cristo y la iglesia son uno. Por eso les repito: cada hombre debe amar a su esposa como se ama a sí mismo, y la esposa debe respetar a su marido.”

 

Qué gran ejemplo nos está mostrando el Señor y qué valioso es entender el concepto que entraña: No sólo se trata de cuidarnos a nosotros mismos, sino de aprender a cuidarnos el uno al otro.

Pero es interesante observar cómo muchos matrimonios después de llevar un tiempo casados (habiéndose prometido cuidado mutuo), dejan de cuidar tanto de sí mismos como también del esposo o esposa. 

Por eso me gustaría que puedas preguntarte si este es tu caso, ¿Qué actividades o rutinas tienen cada uno o los dos como pareja, para el cuidado personal y mutuo? 

 

Hábitos saludables que necesitamos desarrollar

El tiempo de calidad juntos es de suma importancia cuando hablamos de cuidado, ya que el ministerio implica cargas del trabajo, tensiones y responsabilidades, por eso es necesario que se tomen tiempo para ustedes.  

  • Una caminata, practicar un deporte juntos, comer más saludable, son algunas ideas simples que un matrimonio puede comenzar a realizar, como también, una idea es apartar una noche única e irremplazable en su agenda, así cuando surja algo ese día ya estará ocupado y nada será más importante. 

Ese tiempo es necesario para conectar con ustedes mismos, no para hablar de los problemas de la iglesia o de las finanzas, sino un tiempo para estar relajados y hasta por qué no, más románticos.  

Podríamos hablar de tantos elementos que enriquecen un matrimonio pastoral, pero poner siempre en el centro de la relación al Señor Jesús, crecer juntos e individualmente como persona, aprender a ser un equipo que funciona de acuerdo a los dones, ministerio y talentos que Dios les ha dado a cada uno, cultivar una buena comunicación, aprender a identificar quién es el verdadero enemigo y cuidarse mutuamente, no solo fortalecerá el matrimonio, sino que les ayudará a establecer bases sólidas para que su hogar permanezca siempre firme.

Quiero terminar con esto, 
Enamórense cada día más, compréndanse, respétense, tengan atenciones, diviértanse juntos, disfruten uno del otro y así disfrutarán el servir en el ministerio juntos alcanzando esa plenitud en sus vidas. 


Este artículo forma parte de una serie sobre “Claves para un Matrimonio Pastoral Saludable”. Te animamos a leer los demás artículos (ver otros artículos)

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Monica Prieto

Mónica Prieto ha servido en el ministerio pastoral por más de 30 años. Es Consejera Pastoral Certificada y Coach en Nutrición y Salud. Lidera junto a su esposo, Daniel, Conexión Pastoral, un ministerio a través del cual promueven la salud y el bienestar del pastor, su familia y ministerio. Invierte gran parte de su tiempo aconsejando y mentoreando a hombres y mujeres que están en el ministerio. Mónica tiene una Licenciatura en Ministerio Cristiano y además en Psicología: Consejería Cristiana y Coaching de Vida, actualmente está cursando su Maestría en Psicología Clínica y de la Salud. Mónica y Daniel han estado casados por 34 años y tienen cuatro hijas, Melisa, Julieta, Paula y Victoria. Le apasiona hablar sobre los temas de salud integral, familia. Hogareña de corazón, ama caminar, disfrutar el paisaje, escribir y pintar.

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