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Mejor “mal” acompañados que solos. Pt. II

Escrito por Charly Lopez | Mar 15, 2021 10:45:00 PM

3 ideas prácticas para profundizar a nivel relacional.

 

Quisiera comenzar esta segunda parte retomando la pregunta que quedó abierta en la primera mitad del artículo:

Si hay gracia de Dios depositada en cada hermano para llevar a cabo la Misión, porqué nos daríamos el lujo de no contar con todos los recursos eternos disponibles?



Si hay algo que nos caracteriza a los seres humanos es la complejidad. No solo somos distintos fisonómicamente, sino que traemos de fábrica personalidades y temperamentos particulares, tenemos intereses, pasiones y culturas diferentes, y sumado a eso, experiencias propias a cada uno que aportan más diversidad a la ecuación.
Hay personas con las que tenemos más en común y naturalmente nos sentimos cómodos, disfrutamos pasar tiempo con ellas y podríamos decir que nos resultan más fáciles de amar. También hay de las otras, con las que se nos hace más difícil todo lo anterior. Y si, estoy hablando de hermanos en Cristo también. No tiene nada de malo admitirlo.
Sin embargo, esa famosa química que encontramos con algunos tampoco es garantía de profundidad. No nos asegura vínculos genuinos de hermandad. Si queremos construir relaciones sólidas necesitamos el amor de Jesús como cimiento, y nuestra intencionalidad como herramienta principal.

El apóstol Pablo nos dejó evidencias de que, aún teniendo al Espíritu de Dios en nosotros, no todo es soplar y hacer botellas* a nivel relacional. Si la paz es una posibilidad, el amor necesita paciencia y tolerancia, y la unidad requiere esfuerzo, es evidente que el Señor nos quiere activos e involucrados junto a Él en la tarea de que su Iglesia funcione como un cuerpo.

En lo posible estén en paz con todos (Ro. 12:18)
Sean humildes, amables,
pacientes y tolerantes unos con otros en amor (Ef. 4:2)Esfuércense en guardar la unidad (Ef. 4:3)

 

(*NdR: me sentí algo viejo usando esa expresión, pero representa a la perfección lo que quería decir. En Argentina se usaba hace muchos años para referirse a algo que no es tan simple como parece)

Es por todo esto, que quiero invitarte a reflexionar sobre los siguientes 3 puntos, que no por casualidad están planteados como un versus. Es que en realidad compiten entre sí librando batallas en nuestra mente que logran condicionar los vínculos y levantan barreras entre los hijos de Dios de las que el enemigo intentará sacar provecho.

 

1. Cantidad vs Calidad de tiempo.

Cuando amamos a Dios con todo lo que somos, le conocemos más a través de su Palabra y pasamos tiempo en su presencia, nuestro corazón se moldea al de Jesús y comenzamos a amar todo lo que Él ama. Jesús ama a la Iglesia, y la iglesia está compuesta, básicamente, por el que tengo al lado.

Es cierto que los verdaderos vínculos no se pueden lograr sin ser revestidos por el amor perfecto de Cristo en nosotros (Col. 3:14) y el poder del Espíritu, pero es fundamental nuestro compromiso de invertir tiempo para que estos se manifiesten. Una inversión siempre es intencional y se hace para obtener un resultado. Es posible pasar una vida cerca de alguien y sentir que no le conoces realmente, o compartir menos tiempo pero hacer que cuente.

No es una cuestión de cantidad sino de calidad. Si querés conocer verdaderamente a tus hermanos vas a tener que dedicarles tiempo exclusivo, escucharlos con real interés, mirarlos a los ojos para descubrir quién está del otro lado, y estar dispuesto a tener conversaciones tan ricas en trivialidades, cuestiones existenciales como en asuntos personales.

Idea práctica #1: invierte tiempo de calidad con tus hermanos.

 

2. Identidad vs Orfandad.  

Es muy importante entender que nuestra identidad está en Cristo (Jn 1:12, Ro 8:15, Ef 1). Somos hijos amados por quienes somos en Él y no por nuestras capacidades o lo que hagamos para Él. La Palabra dice también que somos obra maestra de Dios, únicos e irrepetibles, y que hay obras preparadas de antemano con nuestro nombre (Ef. 2:10). 

Cuando estas verdades nos son reveladas nos hacen libres del espíritu de orfandad, el cual quiere que creamos que valemos por lo que hacemos. De creer esa mentira se generan los celos, las envidias y las comparaciones. Cuando deseamos ser otra persona, estamos dejando de ser quienes somos, quienes el Padre soñó que seamos. 

Los vínculos sanos prosperan cuando podemos admirar y reconocer al otro, valorarlo sin compararnos, mostrarnos vulnerables sin miedo a sentirnos inferiores, dolernos con ellos en su dolor y alegrarnos por lo que los alegra (Ro 12:15).

Idea práctica #2: profundiza en la Palabra acerca de tu identidad como hijo amado del Padre.

 

3. Competencia vs Complemento.

En la Iglesia de Jesús hay un solo equipo. Un equipo no compite contra sí mismo, y si así lo hiciese, lo que conseguiría es debilitarse a sí mismo, malgastando recursos y energías. Dicen los que saben que los mejores equipos no son aquellos que tienen solo grandes talentos, sino los que tienen los mejores jugadores de rol. Los jugadores de rol son esos que entienden a la perfección su función específica, y saben que es lo que pueden aportarle al equipo y reconocen que ellos necesitan del equipo. Esa es la clave.

Efesios 4:16 dice que cuando cumplimos ese rol que Jesús pensó específicamente para nosotros dentro del Cuerpo, ayudamos a que los demás se desarrollen obteniendo como resultado crecimiento, salud y amor. 

Cuando comprendemos esta idea genial de Dios, podemos admitir con humildad y alegría que nos necesitamos. Es entonces cuando estamos listos para interesarnos por conocer cuáles son los dones y ministerios con los que el Señor capacitó a nuestros hermanos, entender por cuales cosas arden sus corazones, como puedo ser enriquecido por ellos, y cómo podemos organizarnos para ser un mejor equipo, una expresión más completa de Jesús.

Idea práctica #3: pídele al Espíritu Santo que te llene de su amor para amar más a su Iglesia.

 

CONCLUSIÓN

Estos son solo algunas llaves que me ayudaron a mi a desbloquear nuevos niveles de profundidad en las relaciones y encontrar tesoros eternos donde se evidenciaba fácilmente, pero especialmente donde menos lo imaginaba. Es altamente improbable encontrar un tesoro con una actitud pasiva, sin buscarlo. Pero estoy seguro que si alguien nos dice que sabe dónde encontrar un millón de dólares (para hacerlo más actual), nuestra actitud ya no sería la misma, pondríamos en marcha una búsqueda intensa, y de esa manera las probabilidades de encontrarlo aumentarían exponencialmente. 

Bueno, ya estás notificado. Cada uno de los que te rodean vale más que eso, hay algo único y  valioso de Jesús en ellos esperando ser descubierto y capitalizado.

El que busca encuentra, y te aseguro que la recompensa vale la pena el esfuerzo!

Espero este artículo sea de ayuda amigo o amiga. Quedo a disposición de quien tenga alguna duda o simplemente quiera seguir conversando sobre el tema.


¡Gracias por haber llegado hasta acá! Dios te bendiga.