En la vida matrimonial, es común experimentar diversas etapas, como la emocionante "luna de miel", la posterior "vuelta a la realidad", la "lucha de poder", entre otras.
En estos diferentes momentos, es natural que surjan desafíos y crisis que pueden hacer que la persona que amamos, el amor de nuestra vida, la persona más increíble que conocimos, parezca transformarse en un monstruo o en alguien totalmente diferente, porque estamos molestos, porque no nos parece la decisión que está tomando o porque no podemos llegamos a entenderlo.
Entonces ese ser que ahora es nuestro esposo o esposa se transforma en nuestro enemigo.
Y es en esos momentos donde surgen preguntas como “¿por qué me casé? ¿qué hice? ¿será que ella/él era la persona correcta?”.
Tu enemigo no es tu esposo o tu esposa
Sin embargo, déjenme decirles que deben aprender a identificar quién es su verdadero enemigo, tu enemigo no es tu esposo o tu esposa, tu verdadero enemigo es el mismo diablo, que como dice la palabra de Dios en 1 Pedro 5:8 “anda como león rugiente buscando a quién devorar”, y ustedes mis amigos están siendo la presa perfecta.
Por lo tanto necesitan unirse los dos y luchar juntos contra aquel que ha venido a traer discordia. Les animo a que aprendan a identificar su enemigo y a unirse para luchar juntos contra él, como también a perdonarse las faltas y guardar la unidad del espíritu como se nos enseña en Efesios 4:1-4:
Por lo tanto, yo, prisionero por servir al Señor, les suplico que lleven una vida digna del llamado que han recibido de Dios, porque en verdad han sido llamados. Sean siempre humildes y amables. Sean pacientes unos con otros y tolérense las faltas por amor. Hagan todo lo posible por mantenerse unidos en el Espíritu y enlazados mediante la paz. Pues hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, tal como ustedes fueron llamados a una misma esperanza gloriosa para el futuro.
La unidad es un proceso de madurez
Los procesos que se atraviesan como pareja pueden llevar a la madurez o a la destrucción. Yo personalmente quiero que me lleven a la madurez y creo que ustedes también desean lo mismo.
Pero claro está que nuestra reacción natural cuando nos sentimos heridos o atacados es herir o atacar, ya que es un impulso natural de defensa, por lo tanto cuando nos hieren, ya sea con las palabras, acciones o actitudes, queremos herir también.
Pero dejen que el Señor los guíe a través de esos procesos para perdonar y pedir perdón, porque recuerden que si hieren a su compañero de vida, se hieren a ustedes mismos, ya que son una sola carne.
“Así que, no son ya más dos, sino una sola carne”. Mateo 19:6
Invasores en la relación
Parte de esa lucha que pueden enfrentar se genera cuando permiten como matrimonio, que ciertos invasores interfieran en la relación.
Un invasor es algo o alguien que ocupa ilegalmente un terreno para construir y en este caso sería el terreno del matrimonio. Ejemplos de estos invasores pueden ser pensamientos intrusos, trabajo excesivo, tecnología mal usada, o hasta personas que no vienen con buenas intenciones.
¿Sabías que en el matrimonio van a surgir este tipo de invasores que directamente querrán entrar a tu matrimonio y comenzar a construir en un terreno que no les pertenece? Por algo el mismo Señor nos dice:
“lo que Dios ha unido ningún hombre lo separe”. Mateo 19:6
Se trata de una decisión propia, “yo decido mantenerme unida a esta persona, y no quiero que el enemigo, ni ninguno de sus invasores interfiera entre nosotros”. Por lo tanto cuiden esa unidad, peleen juntos contra esos invasores, no contra ustedes mismos.
Este artículo forma parte de una serie sobre “Claves para Matrimonios Pastorales Saludables”. Te animamos a leer los demás artículos (ver otros artículos).
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