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El Poder de confrontar con Amor (Trabajando en Equipo)

Escrito por Daniel Prieto | Oct 17, 2023 2:20:26 PM

 

Donde hay dos o más personas trabajando en un equipo, existe la posibilidad de conflictos, malos entendidos, y que existan conductas o actitudes dañinas. Y claro está que hay diferentes maneras en que las personas  enfrentan los conflictos o incluso las actitudes o conductas de sus compañeros.

Algunos tenderán a pelear hasta ganar, otros prefieren escapar evitando tratar el problema, e incluso pensando en abandonar el equipo o el ministerio, y otros deciden ceder para no tener problemas, dejando que los demás hagan lo que quiera. Todas estas formas son incorrectas. Todas estas maneras permiten que el conflicto o la mala actitud o conducta de alguien más sean destructivos para el equipo.

Confrontar es tratar a los demás con amor cuando nos fallaron.


Todo equipo debe ponerse de acuerdo en cómo enfrentarán estos momentos.
En un equipo donde se busca el compañerismo es importante saber cómo tener una confrontación correcta que transforme los conflictos, que potencialmente pueden ser destructivos, en una situación de crecimiento y edificación para el grupo y los individuos. La única manera correcta es aprender a confrontar a los demás con amor.

Confrontación es ponerse frente a frente. Es un careo entre dos o más personas buscando restauración. La confrontación en un equipo debe hacerse con amor. Lo cierto es que la confrontación y el amor parecieran que no son compatibles. Pero cuando hablamos de confrontar con amor, estamos hablando de enfrentar a un compañero para ayudarle a corregir algo, o para buscar una corrección en alguna actitud o conducta que puede ser dañina en lo personal o lo grupal.

 


Para una confrontación saludable, sugiero cuatro elementos esenciales que deben existir en el equipo como una comunidad de compañeros de ministerio:



1. Desarrollen en el equipo una cultura de accountability.

Accountability es la condición de ser llamado a cuentas, de estar disponible para que se le pregunte sobre su persona y conducta dando cuentas de sí mismo, con la disponibilidad de aceptar, entender y cambiar de ser necesario.

Desarrollar una cultura de accountability significa que hay un acuerdo en el grupo de que cada integrante está dispuesto a actuar ante la voz de Dios y los demás compañeros de equipo para tratar con sus conductas, actitudes y carácter. No importa quiénes seamos, todos debemos tener la humildad de aceptar nuestras acciones y cambiar.

Una cultura de accountability en un equipo significa que sus miembros, así como le dan el permiso a Dios para que los confronte, se lo dan a sus compañeros, teniendo la disposición para aceptar, entender y cambiar de ser necesario.

Cuando Pedro vino a la ciudad de Antioquía, me enfrenté a él y le dije que no estaba bien lo que hacía. Pues antes de que llegaran los judíos que Santiago envió, Pedro comía con los cristianos que no son judíos, pero en cuanto llegaron los judíos dejó de hacerlo, porque les tenía miedo. Pedro y los judíos disimularon muy bien sus verdaderos sentimientos, y hasta el mismo Bernabé les creyó. ¡Esa conducta iba en contra del verdadero mensaje de la buena noticia! Por eso, hablé con Pedro delante de todos los miembros de la iglesia de Antioquía, y le dije: «Tú, que eres judío, has estado viviendo como si no lo fueras. ¿Por qué, entonces, quieres obligar a los que no son judíos a vivir como si lo fueran?». (Gálatas 2.11–14, tla)

 

2. Promuevan en el equipo el autoexamen como una disciplina espiritual.

El autoexamen como disciplina es preventivo, porque le permite a cada miembro del equipo pesar sus conductas y actitudes, y cambiar sin necesidad de ser confrontado por Dios o los demás.

Ese es el reclamo de Pablo cuando le dice a la iglesia de Corinto:

Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados? (2 Corintios 13.5)

Por otro lado, para que toda confrontación sea saludable se debe tener presente que así como cada uno está disponible para que los demás traten con su conducta y carácter, cada uno debe tener la disciplina de considerar antes su propia condición. El autoexamen ayuda a que llegado el caso de que alguien necesite confrontar a otro, lo haga consciente de que se es falible y no infalible. De esta manera la confrontación se hará en un espíritu de mansedumbre y no de agresividad, y en forma de llamado a la redención y restauración, no en forma de juicio condenatorio.

Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. (Gálatas 6.1–2)

 


3. Que el equipo conozca el proceso a seguir cuando se debe confrontar a alguien

El Señor Jesús estableció (registrado en Mateo 18.15–22) los principios espirituales y los pasos que se debían seguir cuando un hermano peca contra otro. Estos principios y pasos son la columna vertebral de toda motivación y todo proceso de confrontación saludable en un equipo de ministerio.

Todo agregado a un proceso de confrontación que se tenga establecido debería girar alrededor de los siguientes principios y pasos:


Principios
1. Primero, el proceso de confrontación debe ser gradual e ir de lo personal a lo público.
2. Segundo, el proceso de confrontación busca desatar la vida de la persona y la vida del equipo de todo aquello que trae daño, muerte y destrucción. Si lo desatamos en lo terrenal, entonces será desatado en lo espiritual.
3. Tercero, el proceso de confrontación busca fortalecer la unidad y el común acuerdo del equipo, porque eso permite que la presencia de Dios obre libremente en el equipo.
4. Cuarto, el proceso de confrontación debe liberar perdón y no culpabilidad sobre quien está en falta. Perdonar es quitar la culpa del culpable. Es decir, al final del proceso la persona que se equivocó o tuvo una mala actitud o conducta, si aceptó su error y se arrepintió buscando cambiar, debe quedar libre de culpa para seguir sirviendo al Señor con el resto del equipo.

Pero también es cierto que los demás integrantes del equipo deben salir de la confrontación con un corazón libre de toda condenación hacia el que falló, y no permitirse después del tiempo de confrontación participar en conversaciones innecesarias o chismes al respecto.

Pasos
1. Primero, hablarle en privado y hacerle ver su falta.
2. Segundo, si no hace caso, hablarle con uno o dos testigos que
puedan confirmar todo lo que se le diga.
3. Tercero, si se niega a escuchar, se deberá llevar el caso ante la iglesia, es decir, ante el liderazgo principal de la congregación.
4. Cuarto, si la persona no acepta la confrontación del liderazgo de la iglesia, entonces debemos tratarla como gentil o publicana; o sea, como alguien que no ha nacido de nuevo y por ende no tiene la convicción del Espíritu Santo en cuanto a su pecado o conducta dañina. En este punto del proceso la forma de tratar con la persona cambia, no se le puede seguir tratando como a un creyente, sea este carnal o espiritual, sino como a alguien
que necesita nacer de nuevo.

Además es importante reconocer que en el proceso de confrontación se deben escoger los momentos y lugares correctos para tal fin. No debemos cometer la imprudencia de alterar el proceso que Jesús nos enseñó. Por otro lado, no debemos generar una conducta o actitud en un momento o lugar en el que la persona se sienta avergonzada y expuesta innecesariamente. Debemos encontrar esos espacios donde el compañero se siente a salvo y entiende que nuestra confrontación busca su bien y no su mal.


4. Establezcan como equipo que toda confrontación será con amor

Me gusta definir amor como la auténtica y legítima inclinación voluntaria que desea y busca lo mejor para el otro y que se manifiesta en un conjunto de comportamientos y actitudes que traen el bien al ser amado. Es importante que todo el equipo entienda que esta clase de amor es el catalizador primario de su relación personal. 

En cambio, hablaremos la verdad con amor y así creceremos en todo sentido hasta parecernos más y más a Cristo, quien es la cabeza de su cuerpo, que es la iglesia. (Efesios 4.15, ntv)

También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos. Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos. (1 Tesalonicenses 5.14–15)

 

Este artículo es una sección recortada del capítulo "El Equipo y su Compañerismo: Vivir y obrar en Comunidad" del libro "Trabajando en Equipo" escrito por Daniel Prieto.
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