Alguna vez lo pensaste, “¿Cómo se supone que voy a competir con la Mega iglesia que plantó una obra nueva en mi ciudad? Ellos tienen fondos suficientes, un equipo de personas enorme y hasta estrategias de marketing.”
¿Cómo se abre una obra nueva cuando hay organizaciones que abren obras nuevas con con los fondos, equipos y estrategias que quizá pastores con equipos pastorales más chicos no tienen? ¿Qué hago si Dios me llamó a plantar una iglesia y no tengo nada de eso?
Mientras leía 1 Tesalonicenses, lo que me llamó la atención fue cuantas veces Pablo menciona el evangelio. Solo en el capítulo 1 y 2 Pablo menciona 5 veces el evangelio.
Esto me llevó a pensar en cómo estamos plantando (y pastoreando) iglesias en las que servimos - ¿qué es lo que llevamos a la ciudad, comunidad o congregación a la que Dios nos llamó?
Si nos encontramos pastoreando iglesias donde estamos constantemente en luchas de doctrina, santidad y autoridad o plantando iglesias que están compitiendo y perdiendo miembros a iglesias más grandes o más ‘cool’ tenemos algo que aprender de cómo Pablo, Silas y Timoteo plantaron la iglesia en Tesalónica.
Quizá sería importante parar un minuto y reflexionar sobre cómo llegó el evangelio a la iglesia que estás pastoreando. ¿Llegó con un mensaje de positivismo? ¿Llegó con una visión de levantar una iglesia diferente? ¿Comenzó en un intento de empezar una iglesia “como debe ser”?
O, ¿comenzó con alguien que, apasionado y llamado por el Señor llegó a ese lugar a proclamar el evangelio?
A veces las luchas más grandes de los pastores están tratando de pastorear una congregación donde su punto de encuentro no es el evangelio, sino doctrinas, formas de pensar sobre los diferentes aspectos de la vida en Cristo Jesús.
Eso siempre te va a a mantener en un conflicto, en espacios separados.
Cualquier otra historia que no sea la del evangelio obrando en nuestras propias vidas nos pone en espacios separados pero cuando empezamos a encontrarnos en el punto en el que nos llegó el evangelio todos nos encontramos en el mismo lugar. En ese lugar que tiene que ver con Jesucristo nuestro salvador y Señor y la obra sobrenatural de él que nos pone en el mismo espacio espiritual.
La relación que tienes como pastor, ¿comienza con el evangelio o comienza en una tarea de intentar inculcar ciertas doctrinas a un grupo de creyentes que están completamente desconectados de ti, del evangelio, de cómo te impactó y transformó, que hoy determina tu pasión, tus conductas, la forma en que tú como pastor vives esta vida y la forma en la que ellos mismos viven?
“Llegó con poder” (1:5) - las personas que escuchaban a Jesús decían que él no enseñaba como otros maestros porque él enseñaba con autoridad.
Pablo y su equipo pastoral - “Pablo, Silas y Timoteo” (1 Tes. 1:1) - predicaron respaldados por el Espíritu Santo, su predicación iba más que palabras.
Esto es porque vivían lo que predicaban. Estaban compartiendo lo que los transformó a ellos, no había manera que lo que dijeran no impacte porque era la historia real de una persona siendo cambiada y transformada.
¿Cómo alineamos entonces nuestro corazón con el corazón pastoral de Jesús para el pueblo, iglesia o comunidad donde nos llamó?
Quizá es hora de cambiar nuestro vocabulario - en lugar de decir, “Dios me llamó a plantar una iglesia” deberíamos decir “Dios me llamó a llevarles el evangelio.”
¿Sientes que Dios te llamó a plantar una iglesia o Dios te llamó a proclamar el evangelio?
¿Dios te llamó simplemente a liderar una iglesia y entonces lo que estás haciendo es liderando una organización, o sientes que tu llamado comienza con una asignación y una encomienda del señor de predicar el evangelio a esa congregación o comunidad de fe?
Si tu asignación es tan simple como saber que debes llevar el evangelio a ese grupo de personas (ciudad, congregación, un grupo específico de la sociedad) - entonces no estaremos compitiendo con nadie y no estaremos empezando con doctrinas. Estaremos compartiendo el evangelio con otras personas desde nuestra propia historia y pasado transformador con Jesús y ellos estarán experimentando ese mismo cambio y transformación en sus propias vidas.
Si el evangelio NO ES el punto de encuentro entre la congregación (comunidad de fe) y el pastor, siempre nuestra relación como pastores con la iglesia y la iglesia con nosotros será un desencuentro.
“Estén siempre alegres,” “ aléjense de todo pecado sexual,” “pónganse como objetivo vivir una vida tranquila, ocúpense de sus propios asuntos y trabajen con sus manos”
Sin evangelio no hay conversión, y sin conversión no hay posibilidad de una vida que honre a Dios - santidad. ESA lista es una imposición si tu relación no comenzó con el evangelio.
Veo a los pastores tan distraídos cultivando la visión, los valores y las estrategias para sus iglesias que el evangelio ha pasado a un segundo plano.
Si lo que tienes, o si lo que te une a la congregación que pastoreas es la gran visión y los valores de un plan de mercadeo y crecimiento entonces has entrado en una relación de consumo con la congregación y estarás siempre compitiendo con las otras ofertas del capitalismo eclesiástico.
Pero si lo que te une es el evangelio que predicas cumpliendo la Gran Comisión ENTONCES has encontrado una relación del Espíritu Santo con la congregación.
Una relación del espíritu con la congregación y la obra del Espíritu en la vida de la congregación no puede competir con nada humano.
Cuando el Espíritu es el que obra, ¿con qué vas a competir?
No hay estrategia, no hay atracción, no hay show, no hay estilo que pueda competir con la intervención transformadora del Espíritu Santo.
ENTONCES has encontrado una relación pastoral del Espíritu con la congregación, y en lugar de estar compitiendo con otros, estarás más ocupado en pastorearlos para que progresen en su modo de vivir y agradando a Dios.
¿Por qué?
Porque ellos también habiendo tenido convicción y transformación del Espíritu (conversión), están interesados en lo mismo - en progresar en su modo de vivir para agradar a Dios.
Este blog fue extraído de lo que hablamos en el vivo del 16 de noviembre por instagram.
Síguenos por redes y conéctate a las reflexiones pastorales cada miércoles a la mañana donde el pastor Daniel Prieto comparte una reflexión pastoral. Estas semanas estamos leyendo 1 Tesalonicenses, descubriendo el corazón pastoral de Pablo, y con ello el corazón del Dios pastor del que todos nosotros - líderes de ministerios, pastores de iglesias, equipos pastorales - terminamos siendo asistentes de él.
Jesús es el pastor de Salmo 23 y el buen pastor de Juan 10.
¡Nos vemos la semana que viene!