“Mejores son dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro; pero ¡ay del que cae y no tiene quien lo levante!” — Eclesiastés 4:9-10
Querido pastor, líder, siervo de Dios:
Aquellos que somos llamados, estamos en el ministerio porque nuestra vida carecería de sentido si no es sirviendo a Dios, sirviendo a Su iglesia y a Su proyecto redentor. Y eso hace que tengamos un impulso natural a servir, a liderar, a comprometernos con la edificación y el cuidado de los demás en la comunidad de fe.
Pero, ¿qué sucede cuando ese impulso se convierte en un camino solitario?
Hoy, más que nunca, pastores y líderes de la iglesia experimentan una carencia profunda de acompañamiento: en su vida personal, en la crianza de sus hijos, en su formación y desarrollo, y en la práctica pastoral misma.
En el ministerio, acompañar y ser acompañado no es un lujo: es una necesidad vital.
Los datos lo confirman: No estás solo en sentirte así
Sabemos que esta no es solo una percepción; los números nos lo demuestra:
En cuanto al hogar pastoral: Los datos señalan que muchos pastores estiman que su familia se afecta negativamente por el ministerio: estudios indican que 80 % de los ministros sienten que su ministerio tiene un efecto negativo en su familia.
En la formación: En una investigación titulada “Lifelong Learning Needs of Methodist Preachers: A Quantitative Assessment” (2025) se halló que muchos ministros reconocen la necesidad de “tiempo adicional para aprendizaje”, colaboración con oyentes, retroalimentación entre colegas — es decir, demanda de entornos de aprendizaje continuo y comunitario para la práctica pastoral.
Este problema no es simplemente emocional: es tanto espiritual como estructural. Cuando no hay acompañamiento, la vida ministerial y la práctica pastoral se transforman en una carga, cuando deberían ser fuente de gozo, crecimiento, comunidad y testimonio.
Y no hablamos solo del trabajo pastoral: la crianza de los hijos, la formación personal y la responsabilidad de una práctica pastoral sólida añaden capas de desafío. Sin un acompañamiento adecuado, estas dimensiones pueden conducir al desgaste, a la desconexión o incluso al abandono del llamado.
En Conexión Pastoral, queremos caminar contigo y ofrecerte un lugar seguro:
La familia es el primer ministerio, y la crianza de nuestros hijos es un acto pastoral. Muchos pastores confiesan sentirse divididos entre servir a la iglesia y cuidar a sus hijos. Pero no debe haber tensión entre ambas vocaciones: cuando aprendemos a vivir acompañados, descubrimos que es perfectamente posible cuidar la familia mientras pastoreamos la congregación.
Cuando un pastor lidera una iglesia y al mismo tiempo asume la formación de sus hijos, surge un doble desafío: estar presente en la casa y en la congregación. Si no hay comunidad de acompañamiento, ese equilibrio se vuelve frágil.
Somos Hogar acompaña a padres que están en el pastorado a redescubrir el hogar como el primer espacio de discipulado, donde la fe se transmite con amor, conversación y ejemplo. No se trata de obtener hogares perfectos, sino de vivir familias acompañadas en su caminar espiritual.
Todo ministro necesita un lugar donde crecer, reflexionar y renovar su llamado. La EFP fue creada para eso: para acompañar procesos de transformación integral y salud vivencial, donde el conocimiento se une con la vivencia, y la teología con la integridad de la vida.
En la EFP, el acompañamiento no es meramente académico: es profundamente pastoral y humano. A través de mentores y una comunidad segura, los pastores y líderes aprenden a cultivar sabiduría, inteligencia y pericia en su práctica pastoral.
Los niños no son “mini-adultos”. La pastoral de la niñez demanda espacio, herramientas, sensibilidad, comunidad. Y los líderes de ministerios infantiles requieren un acompañamiento específico que les permita ser eficaces y saludables.
En M21:16, quienes lideran la pastoral de la niñez en sus iglesias caminan acompañados para desarrollar una pastoral infantil donde los niños aprenden a escuchar la voz de Dios, a orar, a servir y a crecer espiritualmente dentro de una comunidad que los mira, los incluye y los guía.
Una práctica pastoral de la niñez acompañada no solo cuida a sus líderes, sino que forma una generación de niños acompañados en su fe. Porque lo que hoy se acompaña con sabiduría, mañana se multiplicará con vida.
En Conexión Pastoral creemos firmemente que no tienes que caminar solo. Y por eso ofrecemos expresiones de acompañamiento que responden a las diferentes dimensiones de la vida ministerial.
Estos programas no son simplemente cursos o talleres. Son ecosistemas de acompañamiento intencional, diseñados para que el pastor y líder ministerial no esté solo ante los desafíos de la vida, la crianza, la formación y la práctica.
Si estás sintiendo que el peso es mucho, que las decisiones son muchas y el camino se vuelve solitario, te invito a tomar una decisión: no seguir como hasta ahora. Acepta el acompañamiento como parte del camino. Reconoce que tu impacto ministerial será más fructífero y sostenible si caminas acompañado.
Este año y los que vienen, podemos caminar juntos. Y cuando lo hacemos, la misión se vuelve más ligera, el ministerio más saludable y el Reino más cercano.