Artículos | Conexión Pastoral

Aceptando la invitación del Maestro

Escrito por Monica Prieto | May 20, 2024 4:00:00 PM

 

¿Cuántos sombreros llevas en tu cabeza?  

Es una pregunta extraña, lo sé. Pero imagina a un equilibrista con muchos sombreros en la cabeza.

Al igual que el equilibrista, a menudo intentamos mantenernos en pie mientras llevamos varios sombreros, al mismo tiempo que hacemos malabares con todo lo que se nos va cayendo en las manos. 

Cuatro, cinco, diez ¿cuántos sombreros estás llevando? ¿el de ser papá o mamá, pastor, director o directora de un programa, líder de la junta, representante de tu Distrito, el de consejero, cuántos? 

¿Qué situaciones, proyectos, fechas límites, eventos, reuniones virtuales, viajes, crisis inmediatas o conflictos van llegando a tus manos y estás tratando de sobrellevar cada una? 

Para poder tener un equilibrio en nuestras vidas, ministerio y familia necesitamos encontrar ritmos saludables: “los ritmos no forzados de la gracia”,  donde se identifican las prioridades, se enfocan las fuerzas, se descansa y también se aprende a decir que no.

 

Jesús nos hace una invitación

En Mateo 11:28-30 (NVI) Jesús nos hace una invitación a vivir al ritmo que dará equilibrio,  

Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados; yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas.  Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana.”

La traducción del inglés de la versión The Message Bible, lo expresa de esta manera:  "Aprende los ritmos no forzados de la gracia". ¡Qué invitación nos hace el Maestro! Aprender de esos ritmos, donde hay trabajo y cansancio, y al mismo tiempo descanso y alivio, ritmos que hacen nuestra carga liviana.


Practiquemos la periodización

Los  ritmos que llevan a vivir una vida equilibrada los encontramos desde tiempos antiguos en los atletas griegos, por ejemplo. Ellos practicaban algo que se llama periodización que hasta el día de hoy es usado por los mejores atletas del mundo, y no es más que la relación trabajo-descanso.

El concepto básico de periodización o ciclo de entrenamiento es que, seguido a un periodo de actividad, el cuerpo debe reponer las fuentes bioquímicas fundamentales de energía. Lo que se llama compensación y cuando esto ocurre la energía gastada se recupera.

Por lo tanto si incrementa la intensidad en la demanda del desempeño, es necesario incrementar proporcionalmente, el monto de energía a renovar. Si esto no sucede el atleta puede experimentar un fuerte deterioro en el rendimiento.

 

La propuesta para lograr ese equilibrio y ritmo saludable

1. Identificar las prioridades

Saber cual es el orden de prioridades de nuestras vidas nos ayudará a reconocer si le estamos dando el lugar que le corresponde a Dios, a nuestro cónyuge, nuestros hijos, la iglesia, el trabajo y todo lo demás. También las prioridades varían según la etapa de vida en la que nos encontremos. No es lo mismo para alguien que soltero como para el que es casado, el que tiene hijos pequeños o adultos, aquel que tiene que priorizar los estudios o una asignación particular. Identificar las prioridades es fundamental cuando se trata de encontrar equilibrio entre nuestra vida personal, familiar y ministerial.

2. Enfocar las fuerzas correctamente 

Para encontrar ritmos saludables en nuestra vida necesitamos enfocar nuestra energía/fuerzas correctamente. Loehr y Schwartz en su libro “The power of full engagement”, lo declaran de esta manera: gestionar la energía y no el tiempo es la clave para un alto rendimiento y un renuevo personal. En otras palabras,  lo que va a traer equilibrio entre nuestro rendimiento en el trabajo y  sentirnos renovados, no es tanto el tiempo que dedicamos a las tareas o eventos, sino la energía que invertimos en nuestra vida física, emocional, espiritual y mental.

Es recomendable hacer un inventario con preguntas simples:

A nivel emocional ¿Cómo están nuestras fuerzas? ¿Me siento más triste de lo normal? ¿Me enojo con facilidad?

A nivel físico ¿Mi salud se ha deteriorado? ¿No estoy durmiendo bien? ¿Tengo constantes dolores de cabeza?

A nivel espiritual ¿Estoy teniendo esos tiempos a solas con Dios? ¿Siento a Dios lejos y que no escucha mis oraciones?

Y por último en cuanto a nuestra Salud Mental ¿Siento mi cerebro como una nube que no me deja pensar con claridad? ¿Mi mente no deja de pensar, ni siquiera cuando me acuesto? 

3. Incorporar el descanso

Para un ritmo saludable y equilibrado debemos procurar el trabajo y el descanso.

En la carrera de nuestra vida personal y ministerial, así mismo como los atletas griegos que mencionaba anteriormente, necesitamos la energía para hacer nuestra labor y también la recuperación, que va más allá de la ausencia de trabajo. No debemos sentirnos culpables cuando se trata de descansar después de la ardua tarea, es parte de una recuperación saludable. 

En los días que estamos viviendo, el descanso se ve más limitado, el ritmo acelerado que se propone, nos ha transformado en personas que les cuesta mucho parar. El exitismo, con su seducción de más y más, y la tecnología con sus múltiples beneficios, a veces nos juega en contra por el acceso continuo a información y sus demandas de virtualidad. 

El mismo Señor Jesús una vez más les recuerda a sus discípulos, después de una larga jornada, la necesidad de descansar,

“Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Y como no tenían tiempo ni para comer, pues era tanta la gente que iba y venía, Jesús dijo: Vengan conmigo ustedes solos a un lugar tranquilo y descansen un poco” Marcos 6:30-31. 


4. Aprender a decir que no

Quizás este punto para muchos, va a ser el más difícil, porque el que tiene un llamado genuino, es apasionado por servir a Dios y se da a los demás y a la obra. Pero esto no quiere decir que tengamos que hacer todo y estar para todos, todo el tiempo. Es necesario aprender a delegar y confiar en que otros pueden hacer un buen trabajo, reconocer que no somos indispensables, y que tenemos el permiso de decir que no a determinadas cosas, especialmente cuando llegamos al punto en el que nos encontramos haciendo malabares con todo lo que llega a nuestras manos.

Si no decimos que no en algunas ocasiones, algo se nos va a caer de las manos, y a veces lo que se cae de las manos termina siendo lo más valioso.

Encontrar el equilibrio entre la vida personal y ministerial es para la mayoría un gran desafío, depende intrínsecamente de la forma de administrar nuestra propia vida y de los valores que nosotros priorizamos.

 

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